Blogia
BIT A KORIN

La inevitable locuacidad del ser

La inevitable locuacidad del ser

La inevitable locuacidad del ser Vaya palo crítico que he recibido por mi capacidad de verbalización, mi verborrea y mi incontinencia vocal. El Mahatma, sabio escribidor, ha puesto las cosas en su sitio. Me visto de harapos y cubro de ceniza mi cabeza en penitencia por mi pecado. La Cuaresma me envuelve y su hálito me conforta. Penitente impenitente soy. Debo aprender de Gracian que la brevedad es la sal de la pluma. No volveré a pecar del abuso del espacio blogístico...¡nunca mais!. Y por ello, leeré a los clásicos de la brevedad.
De Augusto Monterroso me quedo con un relato sabio y conciso cuyo contenido total paso a transcribir:
“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.”
¡Eso es capacidad de síntesis y lo demás..."moratinadas"(tonteías,entiéndaseme)!
Pero el caso es que después, Pablo Urbany escribió otra bella obra, no menos concisa que decía:
“Cuando despertó, suspiró aliviado: el dinosaurio ya no estaba allí”
¡Que puntualización a la obra anterior!.¡Que proceso de investigación documental para desechar la hipótesis nula! ¡Que grandilocuencia!
Pero no acaba ahí todo…, no, aún hay más. Bien es sabida la bondad de la triangulación en la experimentación y del morbo del triángulo en el ámbito del sexo (rercordar el menage de cocina…,¿o eso es otra cosa?). Pues bien, como no hay dos sin tres, hete aquí que nos surge, como de la nada, Marcelo Báez y nos regala otra de las obras cumbre de la brevedad, la concisión y la tacañería verbal:
“Y cuando el dinosaurio despertó, el hombre ya no seguía allí”.
¡Increíble, insuperable, grandioso…!
Beberé hoy de los clásicos de la brevedad y la concisión.
He aquí mi obra, penitencia impuesta que cumplo de buen grado:
“Cuando despertó, ZP ya era Presidente del Gobierno”.
(Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando esta línea.)