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BIT A KORIN

Nassío pa matar...inocentes.

Nassío pa matar...inocentes.

Nassío pa matar...inocentes. ¿Qué pensarías si te sientas en tu butaca del business class del Airbus de turno para irte al Caribe con Curro y, de golpe el piloto se pega dos acrobacias y un looping? ¿Y si además, para ir a Cancún, se desvía hacia Castellón para pasar a 80 metros encima de la casa de sus padres para decirles adiós?
Pues claro. Pensarías lo que cualquier mortal. Una de dos:O el piloto esta más sonado que las maracas de Machín o que lleva la nave como ZPito el país, a tontas y a locas y sin tener ni puta idea del asunto.
Los pilotos militares tienen sus misiones. En guerra, la guerra y en paz, la paz y a entrenarse, a hacer sus maniobras y a mejorar su formación por si hace falta actuar algún día. Que Dios quiera que no, pero como nunca se sabe, es bueno estar preparado. Ya sabéis aquello de “si vis pacem, para bellum”, que debe ser algo así como que “si dos comen hierba, se ponen guapísimos”.
Pero lo que no es de recibo es que porque el piloto sea de Baeza y allí viva parte de su familia, empiece encima del pueblo a hacer el gilipollas de forma temeraria, en plan Lucky Luke.
Y lo malo, que lo es, no es solo eso. Lo puñetero del asunto es que el susodicho ya había sido sancionado anteriormente por conductas similares. Y todavía peor, que vale, supongamos que el tío esta más loco que MaragOL después de tres días sin probar ni una gota. Pues vale, que haga el zascandil en medio del océano y se estampe contra las olas, allá él…
Lo realmente jodido, es que se estampó contra una casa y la pobre mujer que vivía en ella y su bebé se fueron a mejor vida por la chorrada del inconsciente. Eso es lo que nunca debería ocurrir.
Además, se supone que una persona así, al que se le entrega un aparato que vale una pasta gansa, debe tener una formación técnica acojonante y también un equilibrio psicológico alto. Porque si no, aviados vamos.
Pues el viernes se tuvo conocimiento de un nuevo caso de vuelo temerario en la localidad cántabra de Los Corrales de Buelna.
Según relatan los vecinos de este pueblo próximo a Torrelavega, aviones militares suelen aproximarse a los bloques de viviendas y efectúan "una serie de acrobacias" tras las cuales "desaparecen".
Vamos, que esto es como el sarampión, se contagia a marchas forzadas. No es mala idea la idea del ministro de defensa de retirar la licencia a los locos chalados con sus locos cacharros.
Eso, para un piloto supone el fin de su carrera. Dejársela puede suponer el fin de la carrera de la vida para personas inocentes.
Por eso, la medida me parece genial y ejemplarizante.
Y al que le guste el riesgo, que haga puenting sin cuerda.