A vueltas con lo mismo
Es indiscutible que un hijoputa lo es independientemente de su cuna. Aunque también es cierto que lo es más aún el que quiere disimularla o reniega de ella, así como de la tricornial profesión paterna e incluso del apellido, por muy Pérez que sea,eliminarlo y catalanizarlo con otro tipo Carod o Rovira o su puta madre.Y si encima el pequeño hijo de palanganera de meublé se las quiere pegar de listo, de progre y de moderno y se cree que puede ofender a millones de personas que practican, respetan o tienen unas convicciones religiosas, pues lo menos que se le puede desear es que la corona de espinas que usó para hacer chanzas se la pongan de verdad, pero en el escrotillo y luego lo crucifiquen, pero con una motosierra del 12 haciendóle pequeños cortes en la zona inguinal. Por supuesto, luego se deberá aplicar ácido súlfurico en las incisiones.
Y el Maragaleche de cumparsita con su camarita Nikon Coolpix de 4 Megapixels, haciendo de reporter Tribulete con esa cara de morsa con ictericia que le ha salido desde que dejó de tener el culillo apretado y consiguió ser Orinable.
El pequeño imbécil y el gran imbeecil. Los dos mano a mano, a ver quién es más imbécil de los dos ímbéciles (si, ya sé que he repetido mucho la palabra imbécil, pero es por si hay niños).
A mi me cuesta discernirlo. Porque, como decía hoy un periódico nacional, los han echado a los dos del club de payasos. Por desprestigiar a esa profesión tan digna que es la de payaso. Porque estos no son payasos.
Estos no son más que la mecha que va a hacer estallar la bomba de todos contra todos. Y esa mecha la ha puesto y la ha encendido nuestro amiguito ZPito. Y si no, al tiempo. Perdonar, me voy al búnker a tomarme un cafelito. Y a hablar catalán en la intimitat. Adeu. Ciau.