Cuota de valientes

Una de las cosas por las que más admiro a Dios es por la invención de la mujer. Y ni se preocupó de patentarla. Sabía que había hecho un buen producto y que no harían falta campañas de marketing para conseguir la fidelización del cliente. Ni siquiera tuvo que hacer de supervisor.
En cuanto la hizo, se valió por si misma. Me pregunto que doctorado tendrá Dios. Pero le salió guai el producto. Lo más parecido a lo largo de los tiempos y salvando mucho las distancias, han sido los japoneses con los coches. Pero se quedan a años luz. Menudo invento hiciste Don Dios…
Pero igual que en Toyota hay clases, en el supremo invento de la creación pasa lo mismo. Y aunque con una cosa tan asquerosa como es una costilla de un tío zarrapastroso se consiga sacar una Kim Bassinger, la verdad es que sigue habiendo marcas. Y marchamos de calidad.
Y mujeres que aunque lo son, andan por la vida con un par. Como debe ser. Sin pelos en la lengua.
Y eso es difícil. Porque los pelos de las patas se eliminan con la nueva Venus de tres cuchillas, pero las pilosidades lengüineras…, a esas hay que darles caña para que no crezcan pelillos abonados por el partido mandante de turno.
Y…, al lío:
Si ha habido Agustina de Aragón, Juana de Arco y otras tantas en épocas pretéritas, aún surgen especímenes que nada tienen que envidiarlas.
Y en la cumbre de esa pirámide esta Isabel Sansebastián, mujer de rompe y rasga, profesional donde las haya, mujer, femenina, culta, formada, moderna y sin que se me tache de machista, guapa.
Ojalá muchas más de las profesionales que se dedican al noble arte de la información se parecieran a ti, Isabel.
Habría democracia en este país o en lo que aún queda de él. Dmocracia de la güena.
Engrandeces la profesión con más escollos en el camino. La revalorizas y eres el catalizador de cebrianes y otras malas yerbas.
Mi más sentida admiración. Aunque sé que nunca leerás estas chorradas, aquí queda en el ciberespacio para que quede constancia mi más sentido tributo.
De lo que doy fe en Magerit a 9 de Junio del año del Señor de 2005.
Ole tus…guiones, Isabel.